martes, octubre 14

VIDAS QUEMADAS

Varios presos de Coronda protestaron por el agravamiento de las condiciones de encierro incendiando sus colchones. Uno de ellos pelea por su vida en el Hospital Cullen con el 80% de su cuerpo quemado. Sus familiares presentaron un habeas corpus y denuncian torturas y malos tratos. A pesar de la reiteración de estos hechos y el peligro latente para los alojados el Servicio Penitenciario Provincial se resiste a incorporar colchones de material ignífugo.

La sociedad santafesina parece anestesiada frente a los reiterados hechos de violencia que ocurren en la cárcel de Coronda. En los últimos meses varios internos perdieron la vida y otros tantos sufrieron heridas. Mientras la palabra oficial señala que se trata de riñas o intentos de suicidio, algunas voces advierten sobre la acumulación de tensiones internas, fruto de la política de mano dura desplegada por un sector del Servicio Penitenciario. Lo llamativo es que las reacciones son escasas, cuando en otro contexto, una situación similar hubiera derivado en escándalo.

Algo de esto esta pasando con la protesta realizada el 7 de octubre pasado por un grupo de internos alojados en las celdas de castigo. Al menos seis de ellos resolvieron prenderle fuego a sus colchones en señal de protesta por malos tratos recibidos. Como consecuencia de esta medida desesperada, Lucas Arellano de 19 años, sufrió quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo y permanece internado en la Terapia Intensiva del Hospital José María Cullen, en estado grave. Los otros heridos fueron asistidos en la enfermería del penal. "Hasta el miércoles había 16 internos en las celdas de castigo conocidas como 'buzones'. En estas celdas de dos metros por cuatro, tienen solo una tarima, un colchón, y un agujero para hacer sus necesidades, muchas veces tapados, por lo cual terminan haciéndolo en una bolsa, con una pequeña ventana que no tiene vidrio donde pasan las 24 horas del día. Estos internos no tienen acceso a ningún patio por lo cual no salen de ese lugar las 24 horas del día, el contacto con el exterior es solo un pasaplatos que está cerrado", describió la abogada Carmen Maidagan, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, luego de recorrer el sector. (Rosario 12 – 09/10/08)
Lo paradójico de la situación es que ninguno de los presos alojados en las celdas de castigo estaba sancionado. Sucede que el Servicio Penitenciario no tiene lugar en la cárcel para ubicarlos debido al avance de los pastores evangélicos que muchas veces expulsan de los pabellones a los internos que no reconocen su liderazgo.

Este fue el caso de Lucas Arellano. Con el agravante, según relata su familia, de que fue inducido a quemarse vivo por un guardiacárcel del sector. Por este hecho y las severísimas condiciones de encierro, la madre de este interno presentó un recurso de Habeas Corpus.


En el escrito patrocinado por la abogada Patricia Hidalgo, se indica que Lucas Arellano ingresó a la cárcel de Coronda “la madrugada de un día de junio” de 2008 proveniente de una comisaría de Rosario donde se encontraba detenido y procesado por el delito de robo calificado. Alejado de sus defensores y familiares “ha soportado un máximo rigor carcelario” desde su ingreso al penal. Esta situación quiso ser denunciada a través de una carta, pero la misiva entregada a su hermana fue “secuestrada el día 28/09/08 en la guardia del penal”. A partir de ese momento su encierro se agravó hasta el momento en que decidió prenderle fuego a su colchón.

Según denunció la madre del preso quemado, en el programa Rueda de Prensa (Cablevisión –Santa Fe), “hacia cuatro días que (Lucas) estaba en las celdas de castigo, les pegaban, les tiraban agua helada, no les daban de comer ni agua para tomar y estaban mal de tantos golpes. Mi hija le descubrió doce hematomas en el pecho de los golpes que les daban los guardiacárceles con los botines”.

Mirta Baptista relató que su hijo estaba desde hace varios días en los buzones y que cansado de los malos tratos y las torturas les dijo a los carceleros: “Me voy a matar, me voy a prender fuego, no aguanto más. Y el guardiacárcel que estaba ahí se le rió y le tiró un encendedor por la rejita. El se prendió fuego porque estaba cansado que le pegaran. El guardia le tira el encendedor y el usó el colchón. Lo único que se es que se prendió fuego y que cuando intentó abrir la celda asfixiado y con la cara quemada, el guardiacárcel no hizo nada. Encima los chicos que estaban con él decían: abrile, abrile que se esta quemando, sacalo por favor. Y el tipo lo que hizo fue golpear a ese pibito. Mi hijo lloraba y gritaba y no le abrieron la celda. Mi hijo se quemó ahí adentro”, dijo la mujer.

Ese día otros cinco presos le prendieron fuego a sus colchones en señal de protesta. Este hecho no fue informado por las autoridades del Servicio Penitenciario, y de acuerdo a los dichos de su director, Mariano Buffarini, se están realizando actuaciones sumariales para determinar si hubo intención de suicidio o se trató de un accidente.

Para Mirta Baptista el objetivo inmediato es salvar a su hijo y llevarlo de regreso a una cárcel de Rosario. “Yo no quiero que mi hijo vuelva a Coronda, tengo miedo por el, no voy a descansar hasta que no se haga justicia por mi hijo y por los otros chicos que estaban golpeados”, señaló.

No se que ganan con todo esto. Yo entiendo que son delincuentes y no me opongo a que mi hijo tenga que cumplir una sentencia, pero no así, no son animales”, reclamó la mujer.

Colchones

Como corolario de esta historia se debe reiterar la advertencia sobre el peligro latente que significa para las cárceles santafesinas la utilización de colchones de espuma de poliuretano. Centenares de presos en todo el país encontraron la muerte dentro de sus celdas intoxicados por el humo que provoca la quema de estos elementos durante protestas o motines. Su combustión genera un potente asfixiante químico llamado ácido cianhídrico.

En todos estos años, cada vez que ocurría alguna tragedia carcelaria, las autoridades de las jurisdicciones involucradas acusaban a las presos de provocar su propia muerte; desconociendo el alto riesgo que significaba tener en las celdas material peligroso y altamente inflamable como la espuma de poliuretano.

Esta situación llegó hasta la Corte Suprema de Nación que condenó al Estado de la Provincia de Buenos Aires a pagar daños y perjuicios a las familias de los presos muertos durante un incendio en el penal de Olmos, exigiendo además, la utilización de elementos ignífugos para el resto de los penales. Un pedido similar se reiteró luego de la tragedia en la cárcel de Magdalena. Por su parte, la Secretaria de Derechos Humanos de Santa Fe, obligó al Ministerio de Obras Públicas de la provincia a cambiar todo el revestimiento de espuma de poliuretano que se había colocado en las paredes de la nueva cárcel de Rosario, debido a su peligrosidad.

A pesar de estos antecedentes, y de los hechos que se reiteran con lamentable frecuencia, el Servicio Penitenciario de la Provincia concluyó una importante compra de colchones confeccionados con la mortífera espuma de poliuretano.

0 comentarios: